Hiperpermeabilidad intestinal e inflamación crónica de bajo grado. ¿Qué son y qué consecuencias tienen?

Hiperpermeabilidad intestinal e inflamación crónica de bajo grado Martina Ferrer

El intestino es la superficie más grande de intercambio con el exterior que tenemos en el organismo, es 130 veces mayor que la superficie de la piel.

Una sola capa de células separa el exterior del interior y distingue entre buenos y malos, amigos y enemigos. Sustancias beneficiosas y nutrientes o sustancias dañinas, tóxicos, etc.

Necesitamos que el sistema digestivo sea como la muralla de un castillo, que sirva para proteger al organismo de la entrada de sustancias que nuestro sistema inmunitario no reconoce. De forma natural nuestro intestino es permeable, es decir, es fisiológico que a través del intestino se produzca el paso de moléculas pequeñas para que el cuerpo pueda absorber nutrientes importantes. 

La regulación de la permeabilidad intestinal es una de las funciones de las células de la pared intestinal, los enterocitos.

La pared intestinal mantiene su integridad gracias a las uniones estrechas (“tight junctions”), una especie de grapas que permiten que las células del intestino se mantengan íntegras y cumplan con su función favoreciendo así que se pueda albergar encima la capa de mucosa donde reside la microbiota intestinal, imprescindible para nuestra salud.

Cuando consumimos de forma recurrente alimentos o productos que dañan la microbiota, la mucosa y la pared intestinal como por ejemplo el trigo y el gluten, productos procesados, aditivos, azúcar, alcohol, etc., estamos favoreciendo el inicio de la hiperpermeabilidad intestinal y como consecuencia la respuesta inflamatoria del sistema inmunitario.

Cuando el intestino se vuelve más permeable, se permite el paso al torrente sanguíneo de toxinas, microbios y partículas de comida sin digerir, entre otros. Y esto hace posible que todo ello pueda circular por nuestros cuerpos.

Ante esta situación, nuestro sistema inmunológico identifica a estos “invasores” como patógenos y los ataca. La primera respuesta del sistema inmunitario, es la inflamación, ésta puede manifestarse en nuestro organismo de múltiples formas diferentes. Sigue leyendo.

Pero no solo la alimentación destruye la integridad de la pared intestinal, el estrés sostenido, la falta de descanso o el sedentarismo entre otros factores, también afectan a nuestra “muralla” intestinal.

La microbiota intestinal es clave

Cuidar de nuestro intestino es esencial para evitar la inflamación. Las bacterias digestivas, que forman lo que conocemos como microbiota intestinal, no solo tienen un papel relevante en la salud intestinal, sino también en el sistema inmunitario y en los procesos inflamatorios. 

Los problemas empiezan cuando en nuestro intestino la flora bacteriana se vuelve poco diversa o cuando crece en exceso la población de determinadas bacterias potencialmente dañinas. Esta alteración de la microbiota intestinal es lo que conocemos como disbiosis, que puede inducir respuestas inflamatorias. 

Esto se debe a que en la disbiosis aumenta la permeabilidad de la mucosa que recubre las paredes intestinales. Como consecuencia de esta mayor permeabilidad, las paredes intestinales no pueden cumplir correctamente con su función principal, que es dejar pasar al flujo sanguíneo los nutrientes, pero impedir el paso a agentes inflamatorios, tóxicos, cancerígenos o alergénicos.

La hiperpermeabilidad intestinal puede favorecer así una inflamación silenciosa llamada “endotoxemia metabólica”, que es un desencadenante importante de la inflamación sistémica de bajo grado. 

Las molestias digestivas, el aumento de peso, la resistencia a la insulina y otras alteraciones metabólicas pueden ser síntomas de una disbiosis intestinal. Además se ha observado que la microbiota intestinal alterada puede influir en el riesgo de aparición de problemas inflamatorios autoinmunes. 

La inflamación es la primera respuesta del sistema inmunitario del organismo que se activa para hacer frente a una agresión (un golpe o torcedura, una picadura, una infección…).

Hay que diferenciar entre la inflamación aguda en la que se produce enrojecimiento, calor e hinchazón de la zona dañada y es apreciable a simple vista, con la inflamación crónica de bajo grado que no es apreciable a simple vista y afecta a nivel sistémico.

El objetivo de la inflamación y el por qué se pone en marcha un proceso de inflamación es para frenar el avance del daño y, en una segunda fase, restaurar el tejido y eliminar los residuos. Este proceso se extingue en días o meses y suele estar más o menos localizado.

Pero cuando el proceso antiinflamatorio no se resuelve de forma correcta y la inflamación persiste en el tiempo más allá de lo necesario y deja de responder al propósito reparador, se vuelve destructiva.

Entonces hablamos de inflamación crónica, un proceso mucho más complejo que acaba convirtiéndose en una disfunción en sí misma, que deja de ser localizada y evidente a simple vista y que a largo plazo propicia la aparición de enfermedades crónicas degenerativas, autoinmunes, mentales, cardiovasculares, etc.

La inflamación crónica de bajo grado tiene consecuencias a nivel sistémico.

  • Dolores crónicos y de repetición como tendinitis, capsulitis, dificultad de recuperación muscular, dolores menstruales…
  • Cambio en las mucosidades como exceso de moco, sinusitis…
  • Alteración del sistema inmunitario (alergias, enfermedades autoinmunes…)
  • Alteración de las capacidades neuro-cognitivas, tendencia a la depresión, tristeza, apatía…
  • Falta de energía, insomnio, cansancio.
  • Alteraciones metabólicas como resistencia a la insulina, sobrepeso u obesidad…
  • Otras patologías: Alzheimer, Parkinson, problemas de piel, periodontitis, colitis ulcerosa…

Puede que te veas reconocid@ con uno o varios de estos síntomas. Vamos a ver cómo puedes mejorar esta situación.

¿Cómo podemos evitar y / o revertir la permeabilidad intestinal?

Primero de todo es importante saber que no es cuestión de dos días, necesitas tiempo para favorecer la reparación de tu intestino.

  1. Empieza retirando todo aquello que daña la microbiota y la pared intestinal: azúcares, harinas y cereales refinados, productos procesados, grasas hidrogenadas y aceite vegetales refinados, alcohol, trigo, etc. Elimina o reduce también los medicamentos antiinflamatorios y descubre si tienes infecciones intestinales.
  2. En esta fase es importante reponer las sustancias imprescindibles que favorecen la capacidad digestiva, quizá debes tomar un suplemento de betaína y / o de enzimas digestivas. Además, a partir de ya debes introducir alimentos con alta densidad nutricional.
  3. De forma progresiva hay que ir reparando la pared intestinal, por esta razón ahora necesitas nutrientes que alimenten los enterocitos para que puedan reparar el daño intestinal. Te irá bien aumentar el consumo de alimentos ricos en omega 3 como el pescado azul pequeño y salvaje, consumir caldo de espinas de pescado o caldo de huesos e infusiones de regaliz y jengibre.
  4. Por último ya puedes reinocular tu aparato digestivo con alimentos que aporten bacterias saludables con el objetivo de recuperar el equilibrio bacteriano. Introduce chucrut, kéfir de leche de cabra, coco o de agua, pickles de verduras, kombucha, etc. Y también alimentos ricos en fibra y antioxidantes. Mira esta publicación: https://martina-ferrer.com/actualidad-blog/la-fibra-el-alimento-de-nuestras-bacterias-por-que-es-tan-importante/

Y hasta aquí la publicación de hoy. Espero haberte ayudado y deseo que esta información sea de tu interés.

Ahora te invito a compartir en comentarios, si crees que sufres hiperpermeabilidad intestinal e inflamación crónica de bajo grado. Cuéntame tu caso y si lo necesitas, no dudes en reservar una cita conmigo, será un placer acompañarte en el proceso de recuperación de tu salud y bienestar.

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