Practicar el perdón

Es uno de los caminos hacía la paz interior.

Cuando uno es capaz de perdonarse a sí mismo, luego es capaz de perdonar a los demás.

Durante la vida “cometemos errores” y luego nos arrepentimos de aquello. O a veces amigos, conocidos, padres o familiares “nos hacen algo” que nos duele y lo llevamos dentro durante mucho tiempo.

Gracias a un curso de Mònica Fusté que estoy haciendo on-line  sobre conciencia espiritual (tengo previsto explicaros más adelante en que consiste), me he dado cuenta de que arrastraba cosas dentro de mí que no había perdonado. No sólo hechos o circunstancias que me habían producido otras personas, sino también exigencias, culpas, miedos, decisiones, etc. que durante mi vida he tomado y que a menudo he pensado en que hubiera podido decidir diferente. Sin querer me castigaba por haber escogido un camino, que ahora y siempre según mi perspectiva actual, me parecía erróneo.

Con el curso este que os comento, Mònica Fusté ha abierto un grupo privado en Facebook, y una chica colgó este link que me inspiró a perdonarme de una forma preciosa y consciente.

Anteriormente había leído sobe la importancia del perdón, pero nunca había sido capaz de perdonarme a mí misma. Ahora, con el curso y habiendo leído a Male Capetillo he entendido que no es difícil, al contrario, que con amor hacía uno mismo, es sencillo, solo necesitas estar presente y darte cuenta que tus decisiones anteriores no han sido equivocadas, porque en el momento en que las tomaste tenías la información que necesitabas, entonces no podías saber cómo iban a suceder las cosas, y las cosas en la vida están en constante cambio.

Además, quiero remarcar que la realidad de cada un@ de nosotr@s depende de cómo la miremos. Nuestra realidad es según nuestra perspectiva, con nuestras vivencias y creencias incluidas. Uno de los ejemplos que me sirve  para explicar esto es que, cada uno ve el mismo color de un color diferente, ¿sabes a qué me refiero? Quiero decir que, y seguramente te ha ocurrido, por ejemplo un color azul, para mí es turquesa y para otra persona puede ser verde. Este hecho da explicación a las millones de formas diferentes de interpretar la realidad, me parece maravilloso.

Entonces, entendiendo que vemos nuestra realidad, lo que a ti te puede haber molestado, puede que la otra persona no se haya dado cuenta, y puede que entonces tú estés esperando un perdón por su parte, cuando para aquella persona todo está bien.

Ahora voy a centrarme en cómo nos tratamos a nosotr@s mis@s, y es que a menudo nos exigimos demasiado, nos culpamos, nos cargamos de tareas o promesas que luego no cumplimos y… ¿Qué tal si nos perdonamos por todo esto?

Al inicio del post he empezado diciendo que cuando un@ es capaz de perdonarse a si mism@, entonces puede perdonar a los demás. Pero, como siempre primero hemos de estar bien nosotr@s para gozar de equilibrio, serenidad y tranquilidad en las relaciones con las otras personas, da igual que sean más o menos próximas o el tipo de relación que tengamos. Tod@s tenemos nuestros motivos para actuar como actuamos.

El día que escuché el audío-vídeo del programa de Mònica Fusté relacionado con el perdón, luego leí el post en el link que he puesto, me animé a reflexionar y escribir todo lo que me perdonaba en aquel momento. Lo comparto contigo aquí y ahora:

  • Me perdono por haberme exigido tanto.
  • Me perdono por tener miedo.
  • Me perdono por pensar en el futuro y quererlo tener todo bajo control.
  • Me perdono por no vivir el momento presente.
  • Me perdono por no creer en mí.
  • Me perdono por no ser constante.
  • Me perdono por no hacer cada día los ejercicios de respiración que tan bien me irían.
  • Me perdono por no escucharme y no respetarme a diario.
  • Me perdono por juzgarme.
  • Me perdono por aplazar las cosas un día tras otro.
  • Me perdono por no saber gestionar mejor el estrés.
  • Me perdono por preocuparme demasiado por las cosas.
  • Me perdono por dar tantas vueltas a las cosas.
  • Me perdono por no compartir mis emociones, por no hablar y explicar cómo me siento, sabiendo que me sienta genial.
  • Me perdono por no tratarme con amor.
  • Me perdono por no haber sido capaz de haber hecho esto antes.

Sí, me perdono, por todo esto. Suelto la culpa, la responsabilidad y la lucha. Dejo que la vida siga su curso, acepto lo que viene y me lleno de confianza.

Esta ha sido una de las formas en la que me he sentido más tranquila, en las que mi ansiedad ha disminuido y me he sentido cómoda dentro de mí.

Me doy las gracias por haberlo conseguido, agradezco al universo todo lo que me brinda y lo recojo con amor.

Espero que este post que no habla de alimentos, de tips para alimentarse mejor o que no da consejos de qué tener en la nevera, te inspire y te ayude a vivir con serenidad y amor hacía ti. ¿Tú, ya te has perdonado?

Deja el primer comentario