Come semillas germinadas, come vida. Auténticas bombas nutritivas.

Las semillas germinadas son auténticas bombas de nutrientes.

La energía concentrada de las semillas germinadas llega a nuestras células nutriéndolas y llenándolas de salud.

Los germinados, también llamados brotes (sprouts) son un regalo de la naturaleza que podemos cultivar nosotras mismas en casa.

Las semillas activadas y germinadas son alimentos vivos que mantienen sus propiedades nutritivas hasta el momento de consumirlas.

Son ricas en enzimas, clorofila (sobre todo si llegan a brotar hojas verdes), minerales, vitaminas y fito nutrientes, con lo que las convierte en alimentos altamente nutritivos.

Durante el proceso de germinación se liberan sustancias que las semillas han almacenado haciéndolas muy biodisponibles, es decir, fácilmente aprovechables para el organismo.

Hay que pensar que una semilla germinada, es el inicio de una nueva vida. Este alimento, si lo dejáramos crecer se convertiría en una planta.

En una semilla germinada hay todo un potencial nutricional muy alto.

Los germinados, al ser ricos en enzimas, mejoran la digestión de los alimentos y están indicados para personas con problemas digestivos y de estómago.

Además, y por si todo esto fuera poco, son muy fáciles de preparar en casa. Solo requieren de un poco de paciencia.

Germinar semillas es muy agradecido y permite enriquecer la alimentación diaria con nutrientes y enzimas. Si lo ponemos en práctica en casa, veremos que es muy económico y garantizamos que no lleven sustancias tóxicas como pesticidas.

Para germinar cualquier semilla, antes es necesario activarla. Esto significa que hay que lavarla y luego remojarla en agua mineral unas cuantas horas en función de la medida de la semilla. Va de 4 horas a 12 o 24 horas.

El proceso de remojo sirve para que la semilla se despoje de las sustancias protectoras que actúan como anti-nutrientes en nuestro organismo.

Una vez activadas, hay que escurrir el agua sucia del remojo, escurrirlas bien y luego ponerlas en un bote de cristal tapado con una gasa o en un colador de malla fina y mantenerlas húmedas y fuera de la luz para que germinen.

Con el activado estamos diciéndole a la semilla que puede empezar a crecer, que puede soltar las sustancias que la protegen y que puede activarse para hacer disponibles todos los nutrientes almacenados.

Podemos consumir la semilla germinada entera con sus raíces y sus brotes si ha llegado hacerlos. Siempre hay que consumirlos crudos para asegurar todo el aporte nutricional, ya que con el calor se estropean las enzimas.

Como decía anteriormente, durante el proceso de germinación se producen una serie de cambios en la semilla, y ésta pasa de ser un embrión de vida latente a contener vida activa, así la semilla nace y empieza a crecer una nueva planta.

La reserva de nutrientes de todos los granos y semillas consiste en proteínas, hidratos de carbono, vitaminas y minerales. Cuando la semilla germinas, los nutrientes se hacen disponibles para la planta y como consecuencia para nosotras si nos las comemos.

¿Qué se necesita para hacer germinar una semilla?

Semillas (arroz integral, avena en grano, legumbres, fenogreco, chía, alfalfa…), agua mineral, un bote de cristal o un colador, una gasa y una goma o un trapo humedecido.

Además necesitan estar en contacto con el aire (oxigeno) y en un ambiente ligeramente húmedo y cálido.

Cuando las dejamos en remojo para activarlas, la semilla absorbe agua, duplica su volumen y se rompe la cáscara protectora.

También las enzimas de activan y provocan cambios como por ejemplo, aumentar la biodisponibilidad de los principales nutrientes. Además, el contenido en vitaminas C y E y los minerales calcio, fósforo, hierro, potasio y magnesio se multiplica.

También se forma clorofila, una molécula parecida a la hemoglobina que lleva oxígeno a las células y actúa como desintoxicante y regenerador del organismo.

¿Cuáles son las principales propiedades de las semillas germinadas?

Por todo ellos podemos decir que los germinados tienen las siguientes propiedades:

  • • Fortalecen el sistema inmune.
  • • Antioxidantes, combaten la acción de los radicales libres.
  • • Facilitan la digestión, activan los procesos de regeneración y desinflamación del aparato digestivo, revitalizan los mecanismos metabólicos internos.
  • • Mejoran el funcionamiento intestinal, alivian el estreñimiento, fortalecen el intestino y la flora intestinal, contribuyen a eliminar gases y desechos.
  • • Contribuyen a mantener la elasticidad de las arterias y la vitalidad del sistema glandular.
  • • Retrasan el envejecimiento, sus componentes permiten que las células del cuerpo se mantengan jóvenes durante más tiempo.
  • • Favorecen el metabolismo por su acción reconstituyente.
  • • Su consumo está recomendado en casos de anemia por su riqueza en clorofila, y para personas con el estómago delicado.

Además, quiero destacar que según la Medicina tradicional china, la primavera es el mejor momento para comer germinados. Cuando todo empieza brotar de nuevo.

Justo esto es lo que sucede en primavera, después del tiempo de letargo, todo renace y se llena de vitalidad.

Para mí esta es una razón por la que germinar semillas en casa durante toda la primavera y comérnoslas para ganar energía en esta temporada del año.

 

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